Algo descansó en mí cuando descubrí el significado profundo del Cisne Negro.
Desde entonces, su figura me inspira en mi trabajo y es la imagen que me gusta evocar en las personas a las que acompaño.
El Cisne Negro nada tiene que ver con el peso del estigma de la oveja negra. El Cisne Negro nos habla de aquello que se cree imposible pero que es probable.
¿Sabías que se considera genéticamente imposible su existencia?
Su elegancia y su vuelo nos invitan a estar en paz con aquello que nos hace singulares.
Te comparto la más bella reflexión sobre su figura que he encontrado hasta ahora.
La encontré en la novela El último puritano, de George Santayana, donde uno de sus personajes cuenta las razones de haber elegido El Cisne Negro como nombre de su embarcación.
Deseo que encuentres el tuyo y te traiga la misma paz que me trajo a mí.
«El nombre de El Cisne Negro [lo escogí] por razones más profundas: viejas chifladuras mías. ¿Cuáles? Quizás un tanto confusas hoy en día, un tanto remotas. Como sabes, tengo gran simpatía a los orientales, cuya manera de usar las palabras es mucho más sutil que la nuestra. No hay poesía alguna en la comparación de cosas que son idénticas. En cambio, las cosas más opuestas pueden antojársele a uno milagrosamente semejantes si suscitan la misma invisible calidad de emoción…Y me gusta el símil que entraña, porque el cisne es un ave perezosa, de base ancha, que flota y no corre, pero que sin embargo, en ocasiones, puede estirar su cuello largo y fuerte como una flecha, y volar de modo sorprendente. El cisne negro en particular es, además, una especia exótica y relativamente rara, y que la gente acostumbraba a considerar imposible. Esto es una pequeña indirecta a los filósofos.»
